Capitulo 7: lo siento

tributoooooooooooooos aqui les traigo por fin el capitulo, es que ayer tuve una complicada prueba de matematicas y me va peor que a una chica de doce años del distrito ocho en los juegos, pero al fin tuve tiempo para escribir, ojala les guste el capitulo y comenten porfavooooooor

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Los carros dan una última vuelta por el círculo de la ciudad y luego nos dirigimos al centro de entrenamiento, estamos a punto de salir del alcance de la vista de público cuando me encuentro con la mirada llena de odio que me entregan los ojos de serpiente del presidente Snow, le dedico una sonrisa y aparto la vista para hablar con Daniel, al llegar al centro de entrenamiento me encuentro con otra mirada poco amigable, Cato, como me lo imaginaba, hago lo mismo que con el presidente Snow y enseguida llegan Effie, Haymitch, Cinna, que menciona algo sobre que me han puesto un sobrenombre que tiene que ver con la llama de las velas, y Portia y subimos a la planta número doce.

Durante la cena como en silencio una especie de sopa verdosa de un sabor magnifico, al terminar me despido y escribo todo lo que necesito recordar en mi diario, sin darme cuenta una persona llega junto a mí y posa su mano en mi hombro, pego un bote y me encuentro con el rostro de Daniel.

-¿Qué haces aquí?-le pregunto.

-pensé que algo te sucedía, normalmente te quedas charlando, o eso era cuando no vivíamos aquí.

-lo sé, es que con el tema de los juegos, tengo que mantenerme alerta y aprender más sobre los otros tributos e idear estrategias…-mi amigo me tapa la boca y no puedo evitar una sonrisa.

-Primero: silencio, segundo: relájate, no porque estemos aquí tenemos que dejar de divertirnos, vale en unos días vamos a estar luchando por nuestras vidas pero hay que aprovechar lo que nos quede de tranquilidad, y si no ganamos tenemos que aprovechar la vida que nos queda.

-pero…

-pero nada, ahora ven aquí que vas a tomar aire fresco.

-no quiero.

-pues mal porque vienen conmigo-en eso me toma en brazos y yo pataleo pero me sujeta con más fuerza.

-bajame Daniel-subimos a ascensor y se cierran las puertas de cristal.

-vale-dicho esto me suelta, yo me siento en el piso y apoyo las barbilla entre mis rodillas.

-vas a ser mi primera victima.

-por favor Lena, vuelve a ser la de antes, aún no pisamos la arena y ya cambiaste.

-es lo mejor.

-no lo creo.

-Daniel.

-¿Qué?-por el tono de su voz noto lo desanimado que está.

-quiero que salgamos de esta, por eso he cambiado, si vuelvo a ser como antes moriremos el primer día.

-pero es difícil verte así, ahora estás más distante, ya no tengo a mi amiga conmigo.

-lo siento.

Las puerta se abren y mi amigo sale al tejado, y lo sigo tratando de arreglar lo que hice.

-Daniel por favor, confía en mí, es lo mejor.

-lo mejor para ti.

-pero…

-mejor te veo mañana-dicho esto se aleja de mi y las puertas del ascensor se cierran detrás de él, yo me quedo hecha un ovillo hasta que escucho unas pisadas, levanto la vista con la esperanza de que sea mi amigo, pero me encuentro con Cato.

-¡Fuera de aquí!-le grito antes de darme cuenta de lo que hago.

-ni que me conocieras para hablarme así-se acerca y me levanta la barbilla solo con un dedo, luego me obliga a ponerme de pie- ¿acaso no me temes?

-¿temerte? Eso nunca, sé bastante de ti.

-¿Qué tanto sabes?

-tu nombre es Cato, te has entrenado desde pequeño para este momento, eres bueno con la espada y la lanza, detestas que te superen, no eres muy buen estratega, eres uno de los perros falderos del capitolio, no tienes control sobre ti mismo, cuando algo no resulta como te gustaría te vienen ataques de ira y eres capaz de matar a alguien, sientes algo por Clove, tu compañera de distrito, tal vez aún no te das cuenta pero cuando ella esté muriendo por una herida en la sien te darás cuenta.

-¿una herida? Habla-susurra mientras me apoya contra una pared al mismo tiempo que mantiene un brazo en mi cuello, disminuyendo mi respiración.

-¿para qué? Si solo faltan unas semanas para que suceda.

-para que no te mate ahora mismo.

-ya lo dije, no te temo

-sabes bastante, pero aún así deberías temerme.

-no lo creo-me deslizo por debajo de sus piernas, mantengo sus brazos sujetos en su espalda y empiezo a susurrar en su oreja-, la verdad tú deberías temerme a mí, Cato, tú, tu distrito y el Capitolio-noto como lo recorre un escalofrío y sonrío-, no sabes de lo que soy capaz.

Lo suelto y retrocedo de espaldas hasta el elevador, sin borrar una sonrisa macabra de mi rostro, estoy segura de que al llegar a mi planta Cato sigue parado en el techo, aunque me dan ganas de llorar y romper algo al descubrir lo que dijo Daniel, ye he cambiado, agacho la cabeza y me dirijo a su habitación, toco la puerta.

-Daniel ¿puedo pasar?

Él abre la puerta y me dedica una sincera sonrisa, no puedo evitar echarme a llorar y lanzare a sus brazos.

-tenías rezón, he cambiado y lo detesto, tenías razón.

-Lena, Lena, tranquila-el me rodea con sus brazos y me mete a su habitación-, Effie y Haymitch no tienen por qué enterarse ¿Qué pasó?

Le relato todo lo sucedido desde que me quedé sola en el techo y al final de mi historia vuelvo a llorar y mi amigo me abraza de nuevo.

-lo siento.

-no tienes nada por que disculparte, pensabas que eso era lo mejor.

-pero…

-ningún pero, ahora deberias dormir

Niego con la cabeza y noto como me acaricia el pelo.

-Lena relájate, mañana son los entrenamientos y debería descansar-me tumba con delicadeza sobre su cama y me pone una manta encima-, duérmete.

Algo me obliga a obedecerle y en unos segundos he caído en los brazos del sueño, lo último que recuerdo antes de sumirme en un mar de pensamientos sin sentido mezclados con pesadillas es el rostro sonriente y lleno de comprensión de mi amigo.